
Te pienso mi amado y me pregunto si valió la pena el haberte conocido. Si realmente has ganado o has perdido con mi acercamiento casual. Que momento del destino se detuvo y respiró el aire rancio para limpiarlo al conocerte en ese segundo. Y hacerte feliz se transformó en mi única ambición desde entonces y en tu perdición cierta. Cómo no evocar tu alma de suave dulzura protegiendo el aura de mí yo oculto. Cómo no añorar tu mirada perdida, el ángel maravilloso que llevas en tu ser. Que verdades ocultas tengo que seguir guardando para sonreír y darte paz interior mi amor. Te he complicado la vida amor, y eso me destroza y eso me hace soltar tu abrazo cada vez más liviano. Con cuanta alegría dibuje en la arena, tu nombre, la misma que escribí una y otra ves y que después las borraban las olas egoístas. Y hoy mirando el infinito, contemplando las estrellas, sólo cierro los ojos y acaricio tu sonrisa de alivio y de gracias infinitas de tu alma.